NO, NO ESTABA PRESA LA LUNA.
Claro que no. No se encontraba PRESA LA LUNA. Ni mucho menos. Ningún barrote la tenía enjaulada.
Bajaba yo ayer tarde, Avenida de la Virgen de Gracia abajo, dando mi acostumbrado paseo, hasta la Glorieta de la Cruz y, al llegar al ámbito donde se levanta el colegio que dirigen las Hermanas del Amor de Dios, me la encontré de esa guisa, ¿jugando? con las nubes al escondite.
Diríase que las nubes estaban en conflicto, enfadadas unas con otras, porque no iban compactas, no iban juntas empujadas por una corriente de aire, para nada, violenta Iban separadicas como si les aconteciera igual que a un grupo de niños, o en su caso, de niñas, que, por falta de acuerdo, cada uno o cada una, tiraba por su lado o, como suele decir nuestro acervo popular castellano:
"cada una arrimaba el ascua a su sardina", o "cada una hacía de su capa un sayo", y, así, la luna podía manifestarse en todo su esplendor luciendo brillante con esa luz que no es suya, pues se la coge prestada al Sol y que, al rebotar en ella, nos llega a nosotros iluminando tenuemente nuestros caminos cuando, eso sí, si se prestan a ello unas nubes enfadadas que, mientras andan a la gresca, dejan huecos expeditos por donde se cuela ella, la luna, para llegarse hasta nosotros.
Eso acontecía ayer tarde, ya noche, cuando bajaba por la Avenida de la Virgen de Gracia y, al pasar por los campos de deporte del antes citado colegio del Amor de Dios, la vi en la vertical del pabellón cubierto, asomadica estaba, aprovechando el enfado de dos nubes que se lanzaban diatribas a las que ella, la luna, ponía luz, iluminaba.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
9.12.2025. Martes. (C. 2.413).
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